miércoles, febrero 14

una mañana cualquiera no mas

Todos los días comenzaban así, era el despertador sonando a las 7 en punto, eso era lo que me molestaba y hoy logré molestarme tanto como para apagarlo e ignorarlo. Estaba ocurriendo eso de mi odio al despertador tan seguido que comenzaba a pensar que no era sólo el despertador, no podía ser el despertador lo que me molestaba, o sea, era eso, pero no era SÓLO eso.

En realidad me daba lo mismo ignorarlo.
Me daba una pequeña satisfacción, pero duraba lo poco y nada que dura un sueño cuando tenemos esa sensación al despertar de que hace un instante acabamos de cerrar los ojos pero ese instante (el que está entremedio de cerrar y abrir, dormir y acabar de despertar quiero decir) SÓLO nos parece un instante aunque haya sido una noche entera y ese es el problema.

Me daba lo mismo porque me daba cuenta, cada vez que ignoraba al despertador que lo mismo habría sido no ignorarlo. Que los días comenzaban y terminaban igual.

Que hoy despertaba y me enfrentaba sin nada a un mundo que desconozco en el que he vivido toda la vida (es aquí donde el texto se pone dramático, el lector, que dudo que exista, aquí puede abandonar el texto porque le aseguro que no encontrará NADA de su muy importante y relevante interés, ni del más profundo o remoto) que la gente miraba distintito, que hablaban distinto, que con una palabra o un sonido un algo, eran capaces de derrumbar lo poco y ya casi nada (NADA a estas alturas de haber ignorado tanto al despertador) que quedaba del espejismo que me dejaba vivir al lado de ellos sin pensar algo como: “PREFIERO MORIR EN LA CÁRCEL QUE SEGUIR VIVO AQUÍ”
Lo muy genial y que evitaba que pensara eso, porque no lo pensé, hoy no lo pensé y puedo aguantar mas días sin pensarlo, es que me salí del mundo impuesto, ya sea por suerte (mala suerte) o por azar (lo mismo) existe otro lugar y es de donde escribo ahora, remoto lugar que estaba a la vuelta de la esquina que aunque debo pasar de puerta en puerta por cosas que desconozco, es el mismo, el mismo pero de un matiz completamente distinto y es gracias a eso que no termino esto como un maldito maniático y que sé escribir.(y leer, entender los simbolitos estos del teclado...nada más).

2 comentarios:

Gitano dijo...

Claro, es obvio. Es obvio que ese gris ceniciento se pegue a la gente y les obligue a vomitar miradas de odio y de una camuflada incertidumbre de no saber dónde y por qué estás parado.
Es obvio, por una simple razón, porque tu no estabas. No estabas como para soplarles en la cara y gritarle en los oidos: ¡ESTÁS VIVO!

Saludos, y cuidate.

(Por cierto: Salgo yo en esa foto! :O :P)

Anónimo dijo...

No alcance a ver la
Película..¬¬/

Como una carbonada de tipos incapaces de salir del mundo impuesto? de esos que se preocupan. CLaro que son los que se preocupan. De los grandes temas de la humanidad. Los que (x desgracia para una granmayoria) los "solucionan". Los que ven sin falta las noticias & toda la ficcion que conllevan (se podria decir ficcion x omision..) omision del resto..de las no-tragedias de loquehacereir?..x no revelar proporcionalmente lo que pasa..los que se creen el cuento & ven tolerancia cero GORDAMENTE sentados en su casa..Politicos de primera que pierden su vida echando a perder todo..& perdiendose la vida, no?
Porque no basta con vivir para comer, dormir e ir al baño, la razon mas importante es vivir x querer vivir, x que si & x que se les da la gana, claro
"Es como en un ascensor, tú estás en el ascensor hablando con la gente, y no sientes nada raro, y entre tanto pasa el primer piso, el décimo, el veintiuno, y la ciudad se quedó ahí abajo, y tú estás terminando la frase que habías empezado al entrar, y entre las primeras palabras y las últimas hay cincuenta y dos pisos. Yo me di cuenta cuando empecé a tocar que entraba en un ascensor, pero era un ascensor de tiempo, si te lo puedo decir así. No creas que me olvidaba de la hipoteca o de la religión. Solamente que en esos momentos la hipoteca y la religión eran como el traje que uno no tiene puesto; yo sé que el traje está en el ropero, pero a mí no vas a decirme que en este momento ese traje existe. El traje existe cuando me lo pongo, y la hipoteca y la religión existían cuando terminaba de tocar y la vieja entraba con el pelo colgándole en mechones y se quejaba dé que yo le rompía las orejas con esa-música-del-diablo"