sábado, agosto 2


*Estaba espiando blogs por ahí y me percaté que no subía algo desde hace siglos, más de lo que creía... así que a falta de algo escrito ultimamente, revisé por ahí y encontré esto. me gusta muy poco, casi no me gusta, pero es sencillito y pasa...pasa casi desapercibido...

--------------------------------------

Temprano por la mañana, poco después del amanecer en un día de otoño, y eso que a ella no le gustaba el otoño (Definitivamente no le gustaba el otoño, pero si amaba el invierno y sus consecuencias. Tendencia al extremismo, lo que de vez en cuando provocaba cierto malestar en sus conocidos y no tanto en sus amigos.) 

Se encontraba en un columpio rodeado de hojas otoñales y esperaba atentamente algo, miraba a todos lados de reojo. 
Se comenzó a columpiar lentamente, estuvo así cerca de 10 minutos, se cansó de esperar y se fue.
Odiaba los otoños, ¿Por qué era tan amarillo? ¿Por qué no era ni invierno ni verano? Ni aquí, ni allá. Al medio. Donde se sentía más seguro, cualquier cosa podía irse un poco a un lado o al otro según su propia conveniencia, claro, así no corría ningún riesgo.
Odiaba a la gente que no corría el riesgo.
Ahora, ya casi al medio día, estaba cerca de un supermercado y no se quería acercar más. Se detuvo a esperar nuevamente. –Ahora si que llegaba.- 
Los árboles la observaban y las hojas andaban todas muy deprimidas, no hablaban más que de la muerte:
- Ahora si que me voy.- decía una
- Yo aún te veo bien firme.- le decía la niña.
- Siempre es así, una se siente de lo más segura y zás! Te caes sin previo aviso, por eso siempre hay que esperar lo peor, yo conocía a una hoja muy confiada y un día… - y la hoja se largaba en un monólogo interminable.
La niña decidió seguir caminando por muy maleducada que la hoja la pudiera encontrar. Hoy no quería esperar con una hoja sermoneándole todo el tiempo. Por eso odiaba el otoño, las hojas siempre hablaban así y más encima era imposible hacerlas callar en esta época. – Casi peor que en primavera- se dijo en voz alta.
Siguió así casi todo el día, ya casi llegaba el invierno y le debía quedar poca espera. Por fin llegaría (una vez más) su inevitable destino de volver a la tierra, ser tierra era lo que más le gustaba. Volver a ser hoja en primavera, rodeada otra vez de la misma gente era una idea que le parecía casi insoportable.
Finalmente le dio gracias al viento por darle un viaje en el último día del otoño (¡la había salvado de la desesperación! Ya no soportaba más a esas hojas viejas y habladoras) y también por haberla llevado a conocer al otoño (a ese de verdad. Que es naranjo) y luego le agradeció al otoño por dejarla elegir ahora. Se alejó por última vez del viento, había llegado el invierno y ella no ya no volvería nunca más a ser hoja, sería tierra.
Tierra en invierno, tierra en primavera, tierra en verano y tierra en otoño. No hoja.